Aprendemos a poner límites en el trabajo con el coach ejecutivo Nicolás Isola.

Los límites en el trabajo, ¿por qué nos cuesta tanto?
por Nicolás Isola

Todos conocemos los límites, son referencias que nos ordenan, son aliados que nos ayudan a distinguir dónde termina una parte de algo y dónde comienza otra.

 

En las personas, nuestros propios límites lo que hacen es marcar un pequeño territorio virtual y en nuestros cuerpos el límite corporal respecto de otras cosas para establecer claridad, para marcar la propia intersubjetividad, para pedir respeto y para generar respeto en los demás

Los límites son aliados que nos ayudan a considerarnos a nosotros mismos y considerar a los otros, y que en esa interacción no sé de una fusión tal que terminemos amalgamados con los demás sin que se sepa dónde termina uno y dónde el otro.

¿Por qué nos cuesta tanto poner esos límites en el trabajo?

 

Tenemos mucho miedo a no agradar a los demás, a la no aceptación, a decepcionar y que los demás se lleven una imagen nuestra que no es la que queremos dar. Eso a la larga tiene un costo muy grande. Porque corremos el riesgo de terminar desagradándonos a nosotros, muy angustiados por no haber sabido poner límites.

Resulta muy importante que se acepten los límites como forma de amor a uno mismos y hacia los demás.

Cuando no ponemos límites lo que se apaga es la vida. El no límite es la muerte, en ese sentido. En una carretera, las señales que nos marcan la ruta ponen límites para salvar nuestras vidas.

Hay que desmitificar al límite como la rigidez, como lo que le impide al otro moverse, y empezar a relacionar el límite como la capacidad de vida, como una algo que ayuda a ser más fecunda mi propia vida y que me ayuda también a relacionarme mejor con los demás.

En los adolescentes está ligado con la gratificación social. Si pongo límites tengo la sensación de que no nos van a querer, justamente porque pongo límites. Uno relaja porque dice, no pasa nada si cedo en ésto o aquéllo. El tema es que después no sentirse invadido.

Además del miedo, hay un nivel muy grande de inseguridad, cómo hago para decir que no, que algo no lo quiero hacer. Saber decir que no es una inmensa virtud para poder decir que sí. Los “no” que digo muestran cuánto valen mis “sí”.

 

Cuando no sabés decir que no, tu sí tiene poco valor.

Conocer los límites para ser más flexible

 

No hay verdadera flexibilidad sin límites. Lo es quien reconoce que hay límites. Un edificio antisísmico se mueve y acompaña el límite del movimiento. Entonces es importante reconocer que nuestros límites también nos ayudan a saber ser flexibles. Soy flexible porque existe un límite y puedo correrme un poco hacia un lado o hacia el otro.

Y para ésto el autoconocimiento es absolutamente central. Lo que se pone en juego cuando no ponemos límites en nuestra propia integridad, nuestro propio equipo, y en eso es muy importante que expliquemos al momento de poner un límite, tanto en nuestra familia como en el trabajo. Que quede claro que el límite no es un capricho, es una necesidad intrínseca.

Todavía siguen habiendo organizaciones con estructuras más tradicionales, con jornadas extensas, que no respetan, que invaden.

Lo primero es visibilizar que esos límites están siendo corridos.

 

Una  organización moderna debe saber que esos límites de los empleados y directivos no marcan una buena gestión.

Es importante generar redes de comunicación entre los empleados para entender qué esta aceptado y qué no en cuestiones de maltrato.

Una vez más, quien invade es aliada del silencio ajeno. Todo avance en los derechos de mujeres y racismo es una voz, una palabra que logra poner un límite.

 

Tips para poner límites

 

  • Un trabajo interior no está hecho de una vez y para siempre. Ver qué queremos, qué buscamos, que puede variar de acuerdo a la etapa de la vida
  • Qué quiero, que no, qué puedo aceptar y qué me parece inaceptable. Debemos saber internamente qué no queremos que nos hagan, y no hacerlo nosotros tampoco. No es fácil es este acelere de la vida cotidiana.

 

Nicolás Isola 

Filósofo, doctor en Ciencias Sociales. Coach ejecutivo, escribe en La Nación sobres temas de management.

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