Guía práctica para mejorar la productividad en el trabajo

Guía práctica para mejorar la productividad en el trabajo

Una de las preguntas que solemos realizarnos y que no siempre encontramos una respuesta es ¿cómo hacer para mejorar la productividad en el trabajo?

 

A la hora de pensar la productividad, la gestión del tiempo resulta clave para mantener un buen ritmo de trabajo, que a la larga redunde en una ayuda directa para ser mejores profesionales.

Ante la imposibilidad de que los días tengan más de 24 horas, el desafío pasa por ser más eficientes durante el horario de trabajo. Y convertirlo en un hábito.

Aquí algunas pautas para poner en práctica cuanto antes:

– Funciones y prioridades claras. Establecer los límites de un puesto al otro es clave: ¿cuál es el objetivo de cada área? ¿Qué responsabilidades tiene? Y lo más importante establecer prioridades. Muchas veces, los empleados priorizan cosas que quizás no son tan importantes como otras por con mala intención, sino por no tenerlas claras.

Objetivos individuales y grupales. Para que lo hablado o escrito no tenga distintas interpretaciones en los receptores del mensaje, hay que plantearse objetivos inteligentes, que son los que buscan plantear metas específicas, medibles, alcanzables, reales y en un tiempo determinado. Lo ideal es plantear uno global de empresa, y varios por áreas. De ésta forma, se logra tener un equilibrio perfecto entre expectativas y percepciones.

Líderes que sean apoyo permanente. Nada será más desmotivador para los equipos que un líder no cumpla con su rol. Apoyo permanente, funcionar como un comodín transmitiendo ganas, empuje, apoyo y dedicación en cada una e las áreas, y en cada una de las personas. Sé un líder, no un jefe.

– Saber delegar. Confiar en las personas y transmitir esta confianza hace que la gente aprenda. Que sepa que es importante y que juega un papel crucial en el funcionamiento de la empresa. No hacerlo es perderse la oportunidad de que se genere una productividad mayor.

– La comunicación interna. Hay que darle prioridad para evitar malos entendidos. Delegar tareas por mail o mediante una conversación rápida no es lo más conveniente. Hay que entrenar las capacidades de comunicación, comprender que el tono que usemos puede ser tomado de buena forma o no tanto, que no es lo mismo usar una palabra cualquiera o un sinónimo. Hay que usar las palabras de la mejor posible para no herir o impactar negativamente en otras personas.

También es importante mejorar la escucha activa y jamás distraerse, o ponerse a responder un mensaje de texto en el teléfono mientras alguien habla.

 

– Capacitación permanente. La profesionalización de los empleados debe ser una prioridad porque la educación debe ser continua. Resulta clave para mejorar la productividad. Equipos más capaces, más productivos, más rentabilidad.

– Incentivos y horarios. Esto es parte de la motivación, e “incentivar” no sólo se refiere a que sea un esfuerzo económico, pensar a los incentivos no como algo exclusivamente económico sino en forma de “momentos”, beneficios extra, días libres, días de home-office, entre otros.

Sobre los horarios, nadie puede trabajar 8, 10 ó 12 horas continuas manteniendo los mismos niveles de productividad. Eso no es sinónimo de productividad.

 

Pensar en ellos, ser empático, siempre será devuelto con creces y con agradecimientos variados.