Miguel Espeche

“Recursos ante la incertidumbre de un futuro desconocido”
por Miguel Espeche

Futuro desconocido: hay momentos en la historia en los que se hace más visible que en otras el hecho de que no sabemos qué va a pasar.

 

Es allí que recordamos que no dominamos el arte de la adivinación, y nos acongojamos ante esa realidad.

Siempre es así, pero hay circunstancias que nos lo demuestran de manera a veces cruel, como puede ser una situación difícil en la estabilidad laboral, un escenario de cambio de resultado incierto, o ante un diagnóstico difuso, en el cual es evidente que mucho de lo que ocurra está más allá de lo que podamos saber a ciencia cierta.

El horizonte se llena de fantasmas, y eso que llamamos “futuro”, sobre todo en una cultura que gusta dominar las variables más que fluir con ellas, se transforma en una amenaza. No siempre es culpa del futuro, sino que de lo que en él proyectamos, aunque, por supuesto, a veces es complicado poder evitar los miedos ante lo que vendrá.

La incertidumbre puede ser personal o colectiva. Como decíamos antes, siempre está, pero se nota más algunas veces, y a eso se suma que, cuando es compartida, los fantasmas de los otros se suman a los propios, para armar una sopa a veces de difícil digestión.

Sin embargo, y como contrapartida, el hecho de compartir con otros sosiega la vivencia de temor que nos embarga cuando vislumbramos un escenario que se nos aparece como desconocido y amenazante.

En los hechos, no es tan grave no saber. En realidad estamos diseñados para no saber más que para saber. Tenemos muchos recursos que surgen de manera poderosa cuando estamos despiertos y abiertos al hecho de que no sabemos qué va a pasar. La ilusión de saber todo lo que vendrá, nos sirve para vivir con método, planificar, plantar las semillas de nuestra vida en clave de previsibilidad. Pero, como decían las abuelas: “el hombre propone, pero Dios dispone”, en otras palabras, las predicciones pueden fallar, ser distintas, y ante eso, es bueno saber que habrá recursos que aparecerán. Esto es así porque, recordemos, lo que nos defiende en la vida no es el creer que sabemos el futuro, sino el hecho de que tenemos con qué afrontarlo venga como venga.

¿Cuáles son esos recursos? La conciencia de los propios valores, el recuerdo de épocas pasadas difíciles que fueron transitadas con coraje, los amigos, el hacerse firme en los afectos, el recordar aquello de la confianza, la valentía, el amor a la vida…

Sí, por supuesto que puede parecer pueril y abstracto lo antedicho, salvo el hecho cierto de que son estos elementos los que hicieron que muchos atravesaran las peores crisis sin que el miedo los secuestrara de manera paralizante.

Ante la imprevisibilidad de la vida, viene bien recordar que, así como no sabemos qué de malo puede aparecer en el futuro, tampoco sabemos qué de bueno puede surgir en ese mismo futuro que se nos llena hoy de temores. Eso es ser justos con ese futuro que se avecina. Porque no saber es eso: no saber, y no es creer saber que algo malo vendrá, cuando, de hecho, la vida suele dar sorpresas, a veces de esas que nos hacen bien, más allá de todo.

Miguel Espeche
Psicólogo y escritor.