A nadie le gusta los errores. Si bien es importante hacer las cosas bien, equivocarnos también trae muchas veces consecuencias beneficiosas e inesperadas. Es fácil decir que uno aprende de los errores pero difícil llevamos la práctica.
En esos ensayos de acierto y error es como se va desarrollando nuestro cerebro y nuestras habilidades.
Cuesta llevarlo a la práctica porque estamos en un mundo en el que el que se equivoca está mal visto. Pero estamos cambiando, aprendiendo y reaprendiendo todo el tiempo habilidades nuevas. Hay que asumir que estamos atravesando todo el tiempo un proceso de aprendizaje.
En la ciencia uno aprende cuando se equivoca. Los errores son considerados una parte integral de cualquier aprendizaje. Obviamente intentamos evitarlo muchas veces pero no lo podemos lograr. Es más interesante cuando cometemos errores porque estamos improvisando algo nuevo, que nunca se hizo, que desconocemos, y qué tal vez nadie conozca. Esos errores no tenemos que evitar encontrarlos sino salir a su búsqueda.
Ahora se permite más el error, vivimos hay un cambio cultural. Se entiende al error como un aprendizaje pero seguimos viviendo en una cultura que es muy exitista, en la que equivocarse es sinónimo de perder. Y está mal visto. No es sólo cómo nos ven sino cómo nos vemos nosotros.
Equivocarnos puede ser un golpe grande a la autoestima, significa aceptar que hacemos las cosas mal, o que otros las hacen mejor, o directamente que no sabemos. Por eso la gente busca evitar el error. Aunque cometerlos quiere decir que uno tomó ciertos riesgos.
Lo que tenemos que transmitir es que hay valor en el camino que recorremos, que se aprende durante el proceso. Si uno logra tener esa perspectiva la percepción del error cambia porque cometer esos errores significa que estás transitando esos caminos inexplorados, yendo a lugares nuevos en los cuales voy a aprender.
Los proyectos científicos
La preparación para llevar adelante un proyecto científico comienza mucho antes que el proyecto mismo, muchas veces cuando no está ni siquiera conceptualizado como idea.
La formación del científico significa “aprender en cómo aprender de los errores”. Porque allí es donde se adquieren conocimientos nuevos, cuando la realidad contradice tenemos algo nuevo por descubrir. Cuando todo se comporta como uno espera a veces está bueno pero también puede ser aburrido.
El mejor o más interesante resultado muchas veces es el inesperado.
Al hacer ciencia se ponen en juego habilidades interesantes que debe desarrollar toda la vida. La primera es lidiar con la incertidumbre Cuando uno hace ciencia al menos la mitad del tiempo está haciendo cosas que no sabe. Pero no solo uno sino que nadie lo sabe, no se resuelven problemas ya resueltos sino que se vive en la frontera del conocimiento.
Debemos lidiar con esa incertidumbre porque no hay información suficiente es algo muy propio de la ciencia y también del mundo actual, en el cual tenemos paradójicamente un exceso de información, pero poca que sea fiable.
Muchas veces los errores que aparecen en ciencias ayudan a cambiar de dirección en el próximo experimento.
Evaluar con seriedad esa dirección es muy importante ya que requiere de mucha plasticidad y gestión del cambio.
La ciencia se sigue pasando del docente al alumno y del aprendizaje de otros. Se aprende más cuando un docente dice “yo no sé cómo hacerlo pero sentémonos juntos para resolverlo”. El proceso de razonamiento de un docente es muchísimo más enriquecedor que obtener directamente la respuesta.
Enseñar ciencia no se trata de transferir una serie de contenidos, teorías, conceptos y ecuaciones, sino de dar a conocer un proceso, una forma de acercarse al conocimiento.
Si logramos transmitirle a nuestros alumnos que lo más importante no es lo que sabemos sino cómo lo aprendimos, qué sabemos. El camino pasa a ser una parte esencial del aprendizaje.
Dentro del ambiente científico el error está aceptado como un paso importante. En las organizaciones deben valorar esos errores porque pueden transformarse en un gestor del cambio.
Algunos tips cuando hablamos de errores
- Aceptar el error. Ver qué va a ocurrir no significa ir poco preparados sino que si yo hice todo lo que estaba mi alcance, me preparé la mejor manera posible y el error ocurre, tiene algo para enseñarme.
- No creer que me ocurre solo a mí. A todas las personas les pasa lo mismo. Creer que sólo yo me equivoco y que al resto le sale todo bien resulta muy negativo. En la historia de la ciencia todos los grandes científicos cometieron decenas de errores. Y lo interesante es que en ese camino encontraron cosas buenas.
- La importancia del proceso. No solamente el destino es importante, sino el camino, porque vamos redefiniendo en función de lo que nos marca. No llegar a destino o llegar más tarde deja de ser un problema y se convierte en un aspecto más de este camino que estoy recorriendo.
Hernán Grecco
Director en física para la Universidad Buenos Aires, investigador del Conicet y profesor de la UBA. Autor de numerosas publicaciones científicas y capítulos de libros. Es invitado regularmente a exponer en La feria del libro, La noche de los museos y otros encuentros de educación. Actualmente dirige el Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la UBA.