En las empresas, un equipo de trabajo alto rendimiento tiene una característica saliente: todos sus miembros se sienten bien integrados, permanecen enfocados en sus objetivos y trabajan de forma casi autónoma, sin que el jefe tenga que decirles exactamente qué tienen que hacer.
Entonces surge la pregunta: ¿de qué manera podría formar un equipo con ese perfil de excelencia en su empresa? Según diversos especialistas, los equipos de alto rendimiento están liderados por personas con una clara visión del futuro de las organizaciones, capaces de trazar una ruta de acción y crear empatía y energía creativa entre los integrantes del grupo.
Los líderes de esos equipos por lo general tienen un estilo de liderazgo integrador, no autoritario, que busca entender la manera de trabajar de cada uno de sus miembros y sus necesidades particulares, ya que hay personas que trabajan de forma más analítica y otras que se preocupan más por las relaciones interpersonales.
Además de tener un líder con estas características los equipos de alto rendimientos deberían:
– Determinar metas claras y darles prioridad. Todos los miembros deben entender bien cuáles son las metas, la importancia de cumplirlas y sentir un fuerte compromiso hacia su logro. Mantener al equipo informado del progreso ayuda a mantener el equipo motivado o anuente a reaccionar rápidamente.
– Talento + habilidades complementarias. La selección de los miembros del equipo es una de las bases del éxito. Es importante tener a personas con habilidades diversas para poder desarrollar tareas diferentes.
– Crear un ambiente de trabajo en equipo. El líder deberá enfocarse en crear y mantener un buen ambiente, en el que todos puedan participar, aportar, comunicarse y trabajar en justa medida. Es importante promover el buen ambiente, la honestidad y el apoyo entre todos.
– Contar con normas y una estructura definida. Las normas sobre cómo debe funcionar el equipo, cuáles son los roles y responsabilidades de cada uno de los miembros ayudará a evitar conflictos.
– Promover la acción. Un buen equipo de trabajo actúa. No todo son reuniones, opinar y aportar ideas, esperando que algún día sucedan. La clave está en promover una cultura de la acción. Comentar, opinar, sugerir, pero también moverse.
– La escucha activa. Es importante mantener una comunicación abierta entre las personas que conforman el equipo. Se genera más confianza, sinergia, aparte que se pueden resolver conflictos. Los equipos de alto rendimiento están conformados por personas que no temen hablar de las cosas difíciles, encuentran maneras para hacerlo asertivamente y sin atacar a los demás.
– Autonomía. Para que los equipos de alto rendimiento trabajen de manera casi autónoma, deben sentirse en capacidad de tomar decisiones y fijar la manera en que trabajarán. No sólo deben ser capaces de tomar sus propias decisiones, sino sentirse responsables por las decisiones que toman y asumir el riesgo que ellas conlleven.
– Crea otros líderes. Para tener un buen equipo de trabajo, deberás crear otros líderes. Y esto es simple. Cuando la organización vaya creciendo será imposible que manejes varios grupos de trabajo. ¿Por qué no comenzar a formar a esos líderes ahora? Y cuando llegue el momento de dar el gran salto, tendrás varios equipos, con buenos líderes y con un excelente nivel de compromiso.
– Cuándo tomar un descanso. Si el ritmo es imparable durante semanas y hasta meses, el desgaste del equipo es algo que va a suceder, especialmente lo mental. Hay que entender que hay momento para tomar ciertos descansos para evitar el desgaste y terminar “quemando” a sus mejores equipos por esto.
– Reconocer y recompensar los resultados. La mayoría de los equipos de alto rendimiento trabaja por objetivos y al cumplirlos deberían ser reconocidos y recompensados. La compensación no sólo debería ser a nivel individual sino para todo el equipo.