La flexibilidad de los líderes y los empleados para afrontar los cambios que ya llegaron será clave. La irrupción del Covid 19 aparece como una posibilidad única para cambiar el futuro del trabajo: todo depende de nuestras acciones positivas. Cecilia Giordano lo cuenta junto a Lorena Marino en el podcast.
Adaptarse al nuevo tiempo, ese es el desafío. Algunos pudieron reinsertarse rápidamente en el mundo laboral, otros lo están haciendo y algunos todavía no pudieron. Lo que todos nos preguntamos es cómo serán los cambios en el mundo laboral, cuáles serán los que vinieron para quedarse y cuáles se resignificarán.
Hace poco tiempo atrás veníamos hablando del futuro en el trabajo, en el que la característica principal era la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad, la ambigüedad, un futuro laboral en el cual cambiaban los paradigmas: todo lo que decíamos que iba a pasar lo estamos viviendo hoy.
Se vive con altísimos niveles de incertidumbre. Y culturalmente, las formas de pensamiento de los líderes y de los empleados se deberá flexibilizar porque la gente va a trabajar en el lugar donde más cómodo esté y ese lugar puede ser su casa, un bar, una oficina de un cliente, y también su propia oficina. La flexibilidad será uno de los legados de este momento histórico.
En la era digital y en la era de los robots los líderes necesitan cada vez más empatía y entender qué le pasa al otro para poder gestionar un futuro del trabajo que es ahora.
Claro que trabajar desde la casa, tal como se vivencia ahora, no será el “nuevo normal”. Porque tener a los chicos en el hogar, haciendo la tarea y realizando los quehaceres domésticos, todo junto, no se va a mantener en el tiempo. Pero el desafío pasará por estar cerca de la realidad de las personas y poder organizar el trabajo. Será más fácil en términos de cuándo uno decida quedarse en su casa. Y ahí las habilidades clave son las humanas.
Estamos viviendo una crisis humana que está reconfigurando el mundo general y el del trabajo en particular, los empleados viven inmersos en una altísima incertidumbre, con un importante estrés, básicamente porque no saben si van a mantener sus puestos de trabajo.
La certidumbre calma el cerebro y el corazón para seguir trabajando.
Todos parados en la urgencia, en el corto plazo, era una excusa. Y no ponía el foco en si esos líderes estaban preparados para afrontar los escenarios volátiles, complejos y ambiguos.
Primero, el bienestar
Hay que pensar en el concepto de bienestar de una manera holística. Venimos focalizando en el bienestar físico pero no tanto en el psicológico y espiritual. Este mundo del trabajo nos interpela y muestra que el futuro puede ser altamente incierto y volátil. No solo hay que mantenerse en un estadío de aprendizaje continuo sino mantener la cabeza, el corazón, el cuerpo, y las finanzas, en bienestar.
Esta crisis humana la atravesamos en primera persona, porque lo estamos viviendo nosotros. Y tenemos dos alternativas: ser actores protagónicos del cambio o ver cómo otros lo llevan adelante. Necesitamos de personas que puedan conectar su cabeza, corazón y cuerpo, que no sean solo números. A pesar de la crisis humana podemos generar pertenencia si hay personas que se puedan conectar desde lo más profundo de su ser.
El COVID nos está enfrentando a tomar decisiones. Debemos salir todos juntos y fortalecidos, desplegando nuestras cualidades humanas y racionales. Tengamos coraje para levantar la voz, convertirnos en un factor de cambio positivo para generar un futuro con nuestras propias acciones, transformándonos en modelos para las comunidades a las que pertenecemos.
Cecilia Giordano
Es Contadora pública y Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó liderando proyectos de transformación tecnológica por más de 20 años, tanto en el sector privado como público, de manera local, regional y global. Desde julio de 2016, es la CEO de Mercer Argentina, una de las consultoras globales de recursos humanos.