Crecimiento personal y colectivo

2020: Cómo capitalizar la experiencia en pos de un crecimiento personal y colectivo.

Preguntarnos cómo vivimos este año es esencial para acusar recibo del crecimiento personal que trajeron los cambios y capitalizar la experiencia de cara al 2021.

 

Llega a su fin uno de los años que quedará marcado en la historia de cada uno de nosotros. Personas, empresas, gobiernos, países, todos, sin distinción, atravesados por la misma situación. Algunos organismos contaban con un protocolo a seguir en caso de catástrofe pero, aun así, ¿podía alguno estar verdaderamente preparado para lo que ocurrió?

Capitalizar la experiencia en pos de un crecimiento consecuente a los cambios de contexto es esencial para un desarrollo positivo tanto en lo personal como en lo colectivo. 

 

¡Todo se dio vuelta! Aquello a lo que estábamos acostumbrados se transformó; el ámbito laboral y el familiar, la manera de desplazarnos por la vía pública, la manera de hacer compras, la forma de vincularnos, las comunicaciones, y la lista sigue. Ante un panorama tan cabalmente diferente al que venía siendo desde hace tanto tiempo, cabe preguntarse si también nosotros cambiamos con él. 

“Nunca desaproveches una buena crisis”, dijo Winston Churchill sabiamente. La crisis es tierra fértil de crecimiento. Nada nuevo se aprende en la comodidad, es la inconformidad la que trae enseñanzas y posibilidad de evolución. 

En este año tan crítico la oportunidad para crecer nos fue arrojada casi con violencia. Resistirse al cambio era, además de una misión imposible, una decisión que lograría nada más que limitarnos a nosotros mismos como seres humanos.

Intentar aferrarse a formatos que ya no responden a la realidad es contraproducente en muchos sentidos.

 

Si nos entendemos como personas íntegras, entenderemos que es imposible escindirnos, es una irrealidad. Bajo el nuevo paradigma de trabajo remoto en el que muchas personas nos encontramos llevando a cabo nuestras labores diarias desde nuestra casa, esta verdad cobra una fuerza aún más trascendente. 

¿Se nos regaló o se nos quitó tiempo? ¿Tuvimos más o menos trabajo? ¿Disfrutamos más de nuestra familia o menos? No hay respuestas incorrectas como no las hay experiencias iguales. Todos atravesamos la pandemia y su cuarentena de manera personal y subjetiva, es importante hacer una evaluación de dónde y cómo estamos parados para capitalizar las enseñanzas que imprescindiblemente nos trajo. 

Cómo estoy, cómo viví este año, ¿hay alguna virtud o fortaleza propia que haya descubierto o destacado en todo este tiempo? ¿Hay algo que me gustaría mejorar?

Hacernos cargo de nuestra vivencia, haya sido tanto positiva como negativa, es importante para ser responsables y conscientes a la hora de encarar el nuevo año.

 

¿Qué quiero para el 2021? ¿Cómo quiero vivirlo? ¿Cuáles son mis objetivos? Un análisis sincero es fundamental para una planificación genuina y realista que esté en línea con quienes verdaderamente somos.

Tomate el tiempo para escucharte y escuchar también a los otros. Date el espacio que necesites para estar cerca de las personas que querés, compartite con ellos. Sé compasivo con vos mismo y con las personas que te rodean, fue un año difícil para todos, admití la vulnerabilidad y reconocé también lo que sí fue positivo. 

El trabajo remoto requiere una filosofía propia, sustentable en el tiempo, implica autonomía, disciplina, balance, y el ocio deliberado es fundamental para el bienestar general de todo ser humano. Encontrar un equilibrio saludable es crucial, si vos está bien, si preservás tu energía, esta luego solo se multiplicará, volviéndote más efectivo y productivo en todos los ámbitos en los que te despliegues. Esto es una garantía.

Evaluar en dónde estamos parados es una labor que debería llevarse a cabo con cierta frecuencia a lo largo de nuestra vida. Prestar atención a cómo estamos, a quiénes somos, a nuestros verdaderos deseos, es la única manera de asegurarnos de ser lo más fieles posibles a nuestra misión y realización personales. Esto cobra especial relevancia en este momento de crisis internacional, acusar recibo de los cambios es imprescindible para establecer objetivos reales, transformarnos en función del contexto que se nos presenta es promesa de crecimiento personal y colectivo positivos, ignorarlos solo traerá frustración. Ninguna experiencia ni año de vida se repiten, por qué no hacer de ellos siempre lo mejor que podamos.

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