En la actualidad unas 7.700 millones de personas atravesamos por emociones parecidas. Y nos obliga a convivir con un estrés colectivo, con el “fuera de control”, justo al ser humano, que quiere tener todo bajo control.
Las emociones son justamente las que nos permiten reaccionar a las cosas que vemos y observamos. En el cerebro está el hipotálamo, una especie de vigía interior que está continuamente observando los estímulos que vienen de afuera y también de nuestro mundo interior.
Este vigía acciona una palanca hacia arriba o abajo de acuerdo a lo que ve o escucha. Si está todo bien, prende la biología del relax. Si en cambio esos pensamientos nos producen rechazos, resistencia, miedo o incertidumbre levanta la palanca y arranca la biología de las emociones.
Se trata de un estado neuroquímico que nos permite reaccionar ante lo que pensamos. Puede ser una sensación de relajación o de estrés, que pone al organismo en un estado en el que un enano reflexivo se transforma en el increíble Hulk y puede aumentar nuestra potencia hasta 30 ó 40 veces.
Las emociones son sobre todo un mecanismo para la supervivencia.
Ahora cuando la emoción de resistencia se prolonga mucho tiempo es cuando empieza el deterioro de la salud, porque eso tiene un impacto directo en la calidad de la salud, con la posibilidad de enfermarse y la velocidad de envejecer. Y al revés, las emociones positivas como el amor, la entrega, la solidaridad y la estima generan un estado inmunitario opuesto es decir fortalecer nuestra salud evita la enfermedad y el desgaste biológico, es decir la velocidad de envejecer. Estamos hechos de nuestras emociones.
Miedo e incertidumbre
Nuestro organismo y las organizaciones o empresas tienen mecanismos de acción muy parecidos. En nuestro universo interior hay dos emociones que surgen en esta actualidad: el miedo y la incertidumbre.
El miedo muchas veces tiene mala prensa, sin embargo es una de las reacciones biológicas más importante, ya que se trata de una alerta que manda nuestro hipotálamo, el vigía.
Tanto el cobarde como el valiente tienen miedo, lo importante es que el valiente hace un uso positivo del miedo: no hay que tener miedo del miedo sin expresarlo. En este momento hay otra emoción que podemos utilizar que son la empatía y la solidaridad, mecanismos neuronales muy importante para nuestra especie para su característica que es el convivir.
Otra emoción es la incertidumbre, una de las peores toleradas por nuestra especie.
Hemos sido formateados desde chiquitos en que con un poco de inteligencia podemos controlar todas las situaciones. Eso nos enseñan en la sociedad pero cuando viene un azote como éste, que nos descoloca totalmente, ahí estamos porque el pensamiento de fondo en la incertidumbre es el “qué será de mí”.
¿Cómo lo contrarrestamos? La única manera de fabricar en nuestro cerebro una contraidea es ponerle una certeza a la incertidumbre, es decir transformarlo en un desafío. Así el individuo pasa a ser un protagonista de la situación. El solo hecho de serlo, desde la idea del desafío, baja enormemente la biología del estrés.
La sensación de que yo voy a manejar la situación y que no soy un producto del destino empieza a elevar en el cerebro la producción de serotonina y cuando sube junto a la dopamina (que es lo que nos moviliza hacia la búsqueda de la recompensa), nos sentimos con la fuerza para luchar.
La serotonina por un lado que nos da serenidad y nos amplí la visión de lo que tenemos que enfrentar. La dopamina nos quiere hacer ganar el partido. Cuando ambas moléculas empiezan a circular, la inmunidad que es una función biológica tan preciada en estas horas, empieza a activarse en nuestro sistema inmunológico.
Juan Hitzig
Doctor, se dedica a la medicina psiconeurobiologica. Autor del libro “Cincuenta y Tantos”. Cuerpo y Mente en forma, aunque el tiempo siga pasando.