Hay que anclarse en lo positivo para sortear las dificultades.
Cuando arranqué hace casi tres años un proceso de mentoring significó para mí un enorme desafío personal y profesional. Sabía poco y nada al empezar, apenas lo básico: que es la transmisión de la experiencia. Pero no conocía su metodología.
A través de la charla con mi mentora comencé a hacerme preguntas como “qué quiero” y “a dónde voy”; para ponerme objetivos más claros.
El mentoring sirve para la vida diaria, ya sea en el trabajo o para aclarar las ideas propias y trabajar en mi proyecto profesional.
Yo hago terapia habitualmente y creo que son dos herramientas muy distintas. La terapia tiene más aspectos que están relacionados con la familia, con los orígenes de uno y de las experiencias de la infancia; para relacionar eso con lo que te pasa en la actualidad. En el mentoring recorremos un camino que tiene que ver con saber dónde arrancamos; dónde estamos hoy; saber a dónde queremos ir y anclarnos en lo positivo que tenemos para sortear las dificultades.
Creo mucho en el liderazgo colaborativo y lo que implica: hacer una red de contención y de transmitir al otro. Esto es un poco una manera de desafiar el liderazgo más común. Acá se encuentran las personas que están buscando protegernos entre todos y proteger sobre todo al que está trabajando con vos, iluminarlo de alguna manera para que la colaboración llegue por ese lado. Es fundamental encontrarse reflejada en la persona para la que estás trabajando.
Me permitió cambiar muchísimo mi seguridad. Muchas veces el entorno hace que uno se frustre por no estar de acuerdo con las metodologías o con las decisiones que se toman y cuando uno está seguro de hacia dónde va y qué va a sacar de esa experiencia, el panorama cambia por completo. Probablemente el entorno no vaya a cambiar nunca pero ya no importa porque se toma como una experiencia y el día de mañana va a ser una foto más de la historia.
Melina Wajsbort
Gerente de Comunicación en el Gobierno de la Ciudad