Una palabra puede modificar a una persona, una situación, una realidad. Cada palabra lleva consigo una carga que en segundos puede sanar o lastimar. Tiene el poder de transportar a un mundo de fantasías o a uno real y tangible.
Es importante tener presente su poder en el momento de expresarse e interactuar con los demás. En el liderazgo ésto cobra vital importancia ya que justamente se trabaja en la escucha; es no interrumpir al otro cuando está dando un mensaje para que pueda llegar con claridad al destino deseado.
Respetar la palabra implica un compromiso con la otra persona.
En este proceso se acompaña con palabras precisas pero siempre con cautela. Significa ser muy respetuoso y cuidadoso al brindar una visión. Por eso se buscan palabras de aliento y, cuando lo que se dice puede no gustar, hay que encontrar la mejor manera para no herir.
Una palabra puede generar dolor y con eso destruir la seguridad de una relación en todos sus aspectos. Y en algunas ocasiones estigmatizan y por eso hay que ser cuidadosos al momento de utilizarlas.
Generosidad, confianza, dar, perseverancia y paciencia. Un combo de palabras que aplicadas a la cotidianeidad laboral redundará en beneficios, ya sea desde la posición del líder como de los empleados de una organización.
Equivocarse es una palabra que muchas veces puede estar vinculada al “fracaso”, otra palabra que tanto se escucha por ahí. Esa connotación negativa muta por positiva cuando uno usa el error para aprender.
Las palabras tienen exactamente el mismo poder para construir que para derrumbar. Lo importante es ser conscientes de ello y cuidar lo que uno dice, sobre todo cómo lo dice. Uno puede hablar con firmeza, ser claro, sin ambigüedades pero siempre con la certeza de no estar lastimando. Esa es la verdadera clave para utilizar las palabras de manera correcta.