¿En dónde radica el éxito de una empresa?
La discusión puede llevar horas, pero en algo se están empezando a poner cada vez más de acuerdo los responsables de Relaciones Humanas de las empresas: son las personas y no la tecnología quienes conforman el principal activo ante cualquier proceso de transformación digital. Es por ese motivo que cada vez más las empresas exitosas cuidan a sus propios empleados como si fueran clientes.
El vértigo de los cambios hace que la implementación de algo rápidamente no sirva porque al poco tiempo debe compatibilizarse con lo nuevo. Ante ese escenario es conveniente facilitar la convivencia entre los nuevos perfiles de empleados con los clásicos. Y trabajar fuertemente en la formación y capacitación.
La transformación digital no es una opción ni una moda, sino algo que se debe abordar con la velocidad que lo requiere. Las personas son las protagonistas, quienes le ponen excelencia, pasión y compromiso. Por lo que se puede inferir que el éxito o fracaso de la transformación digital no reside en la máquina “sino en el maquinista”.
Esas habilidades en los empleados lo que hacen es elevar el nivel de empleabilidad. Y se hace importante estructuras menos jerárquicas y más ágiles, en las que la toma de decisiones debe tener tres ejes: el que sabe, el que dispone de la visión estratégica y el que convivirá con la decisión que se adoptará.
Una vez más, el liderazgo, para que llegue a buen puerto, debe ser diverso, inclusivo, con escucha activa y feedback continuo.
Los especialistas hacen hincapié en la necesidad de entender mejor a las personas, que también son consumidores digitales, porque de lo contrario no querrán trabajar con la empresa.
Un escenario laboral a largo plazo no suena tentador para los jóvenes o no tan jóvenes. Prefieren aprender cada día en un lugar que valga la pena y afrontar proyectos que les hagan crecer, además de ganarse el sueldo.
En las empresas se convive con personas de diferentes generaciones, expectativas, y uno de los retos consiste en entender a cada uno, en qué momento está, y en qué se le puede ayudar de manera personalizada, al igual que se haría con los clientes. Esa podría ser la clave ante un futuro tan incierto y disruptivo.