El futuro sigue siendo incierto y volátil pero los cambios culturales son a pasos agigantados, y quizás muchos proyectos a los que le habíamos dedicado mucho tiempo ya cambiaron y hay que generar nuevas estrategias y aprender a trabajar de otra manera, posiblemente algunas que nunca imaginamos.
La cultura de una organización, que es ese conjunto de creencias, valores, hábitos y tradiciones que comparten todas las personas que la conforman, se está viendo afectada.
Anhelo que entre los cambio positivos que nos va a dejar el confinamiento por el coronavirus se instale la cultura del barbijo en el clima laboral de las empresas. Hasta hace poco creíamos que el barbijo era para que justamente el otro no me contagie pero es al revés: es para que yo no contagie a otro.
Me pregunto si esta experiencia que ahora es la mirada puesta en el otro nos puede hacer olvidar que esas distancias metafísicas existen en las empresas, como el ninguneo, el acoso psicológico y laboral entre líderes y equipos, para construir una mirada más humana.
Apuesto al coronavirus como una experiencia más antropológica, que nos hará más humanos en las organizaciones.
Que en las acciones cotidianas se instale la coherencia, la convicción de estar uno más cerca del otro. Ese será uno de los saldos positivos que debería dejar la pandemia.
Hoy se ven dos realidades: se puso a prueba el perfil del líder patrón de estancia y el del líder colaborativo que confía en sus empleados. Se trata de aquellas personas que lideran con el temor y el control, y aquellas que van por el camino de la confianza, del amor.
Los que la están pasando mal hoy son los del primer perfil, porque esto vino para quedarse. Están aprendiendo a soltar y a modificarse ellos mismos. Se trata de confiar o pasarla mal. Este proceso pandémico lo acelera y es positivo para estos líderes que necesitan tener a la gente como si fueran ovejitas en el corral. El teletrabajo demuestra que no importa si al colaborador lo ves todos los días en la oficina.
Lo que va a cambiar sin dudas es la relación de contrato psicológico entre empleado y empleador. Muchas personas están descubriendo diferentes temas trascendentales: “a qué me quiero dedicar”, “de qué compañía quiero participar”, “cómo podré mantener la conquista de tiempo que logré con mi familia”. Mucho se querrá mantener, preguntarse qué es importante en la vida o dónde dejo parte de ella. Más de uno se debe estar cuestionando dónde pone el corazón y qué será lo importante.
Habrá novedades: algunos ejecutivos se replantearán nuevas condiciones contractuales, no sólo de sueldos sino de beneficios y del salario emocional.
Desafíos para las organizaciones
En orden de responsabilidades el vértice en una organización es quién comanda y es el responsable. Hoy ese número 1 de un área empresarial tiene una hermosa oportunidad. Para no dejar de estar enfocado sólo en los procesos, para volver a la cercanía, en la que entienda la problemática emocional de los colaboradores.
La otra responsabilidad que ya no es del líder ni del área de Recursos Humanos sino de cada colaborador. Y la pregunta es cuánto depende de mí y cuánto de lo externo para ser parte de eses cambio cultural, con un saldo positivo.
Ariel Castiglioni
Es contador público y experto en Desarrollo Organizacional y Directivo y Contador Público (UCA), especializado en Recursos Humanos en la Maestría de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard. Tienen una amplia trayectoria en posiciones de management en más de 100 empresas privadas, públicas y ONGs de Latinoamérica y Estados Unidos. Es docente de Educación Ejecutiva de la Universidad Di Tella. Ha publicado varios libros y es el fundador de Agora Global.
Contacto: mail@arielcastiglioni.com