Steve Jobs, cinco secretos para tener amplitud mental por Daniel Colombo

Steve Jobs, cinco secretos para tener amplitud mental
por Daniel Colombo

¿Cuántas veces te has encerrado en tus propias concepciones del mundo, y, tal vez, estaban equivocadas? ¿De qué forma estos atajos mentales recurrentes te llevan a tener visiones equivocadas? Y, más profundo aún: ¿Cuántas oportunidades te estás perdiendo por tener una mente estrecha?

La amplitud mental es una cualidad que comparten las personas seguras de sí mismas. También influye directamente en la empresa, ya que contar con ella es abrir un mundo de posibilidades para evolucionar. Esto se traduce en la oportunidad de crecer como persona y como profesional, y, al mismo tiempo, es el pasaporte para el aprendizaje continuo. Es una de las formas en que la innovación hace evolucionar a las compañías de todo tipo.

Ser abierto de mente implica, entre otros aspectos:

  • Que puedes entender a los demás desde sus posiciones personales, aunque no sean iguales a las tuyas.
  • Que aprendes a convivir en un mundo lleno de diferencias.
  • Que expandes tu consciencia más allá de lo que jamás imaginaste, y no necesitas ningún estímulo externo para provocarlo.
  • Que respetas y asumes que el ser distinto a ti es simplemente eso: elecciones diferentes a las tuyas.
  • Que no existe una única mirada sobre las cosas, el mundo, el trabajo, los problemas y sus soluciones: hay múltiples alternativas para explorar.

Si tu empresa tiene amplitud mental, refleja que:

  • Liderarás con conciencia de equipo.
  • Desarrollarás habilidades más allá de las clásicas.
  • Permitirás la convivencia y cooperación con distintas generaciones donde todos aprenderán de cada uno.
  • Proyectarás esta visión de amplitud hacia dentro y hacia fuera en cada decisión que se tome.

Ahora bien: la amplitud mental no se puede forzar. Las personas no cambian bajo presión. Sólo lo hacen si quieren. Y ese condicional es determinante de la adhesión o no, a los procesos de transformación. Se puede estimular, más no obligar.

  • Rasgos culturales del pasado versus nuevos paradigmas de innovación

La sociedad actual estimula en muchos casos cierta homogeneización cultural, un proceso mediante el cual cierto tipo de cultura intenta dominar o invadir a otra. Si esto se produce, en el tiempo se diluirán rasgos culturales propios de aquella original, y se fusionará con algo más global, homogéneo. En sí, cuando los individuos tienen la opción de elegir qué quieren hacer (el principio del libre albedrío), esto no tiene nada de malo. El problema es cuando se lo impone otro, aun sabiendo que la persona no lo quiere de esa forma.

¿Qué tiene que ver esto con tener amplitud mental? Se relaciona directamente, ya que la persona con mente amplia se sostiene en sus valores, creencias y determinaciones, y, a la vez, puede entender a aquel que ve las cosas en forma diferente y hasta quizás totalmente opuesta.

Al incorporar una visión ampliada del mundo, las situaciones, los problemas, los alcances y encuadres de las cuestiones más diversas, el individuo con amplitud mental se despliega en forma más asertiva. Deja de estar en pie de guerra queriendo que todos opinen como él o adhieran a sus postulados, y simplemente fluye con lo que siente, conviviendo empáticamente con los demás. Cuando el momento lo requiere, marca posición y es determinado en sus posturas. Es firme en sus convicciones.

De igual manera, la persona que tiene esta cualidad aprende a soltar el control, e incorpora otros pensamientos e ideas de los demás; los hace confluir (fluir con el otro) y evalúa sus propios paradigmas al incorporar distintos puntos de vista.

“La mente es como un paracaídas: sólo funciona si se abre”, dijo Einstein. Y, salvando las distancias, agregaría también tener un corazón de espíritu abierto, dispuesto a recibir y abrazar lo nuevo.

  • En las empresas: el desafío de innovar con amplitud mental

Acaso uno de los problemas más recurrentes en la cultura actual es aquel que surge de querer innovar haciendo algo nuevo “apenas”; es como querer zambullirte en el mar y meter sólo el dedo gordo del pie para sentir la temperatura del agua.

La innovación es total, o no es. A lo sumo puede ser un cambio. Es por esto que la amplitud mental es esencial en el trabajo actual y del futuro, y en las nuevas culturas empresariales.

Las organizaciones que no se transforman flexibilizando los paradigmas antiguos están destinadas a desaparecer. Lo mismo sucede con los colaboradores; de hecho, en las empresas con las que trabajo hay siempre un puñado de personas tan atadas a sus creencias del pasado, su historia en esa organización, sus rituales laborales de hace décadas, que no se animan ni contribuyen a impulsar las transformaciones necesarias para crecer.

  • Los 5 secretos para tener amplitud mental

Tanto en personas como en empresas y organizaciones, estas claves serán de ayuda para salir del status quo preestablecido y moverse a nuevas formas que promuevan innovación permanente:

 1. Fomentar el pensamiento crítico.

Este tipo de pensamiento se aplica a personas, un negocio, emprendimiento y empresa. Consiste en la habilidad instaurada en la cultura del proyecto que facilita el analizar, argumentar, aplicar lógica y razonamiento para resolver problemas y tomar decisiones. Es justo lo opuesto a definir las cosas mecánicamente, el célebre “aquí siempre se hizo así”.

El pensamiento crítico lleva a las personas y equipos a reflexionar saliendo de la pura teoría, y centrándose en la toma de mejores decisiones. En el proceso, se promueve que cada uno sea capaz de organizar y presentar sus ideas, expresar lo que siente al respecto (integrar la gestión emocional) y relacionar la información y procesamiento que se obtiene para concluir en la determinación más apropiada.

Para lograrlo, el “Critical Thinking” se alimenta de la amplitud mental; de lo contrario, sería sumamente complejo llegar a acuerdos.

2. Desarrollar una cultura de lo diferente.

La aceleración de los cambios actuales involucra de lleno a las personas y empresas y las desafía a ampliar sus visiones acerca de su rol, compromiso, toma de posiciones y demás formas de interacción en el entramado social.

Como en todo, suele aparecer la resistencia al cambio, ya que para lograr crear culturas que integren lo disruptivo -como se lo llama también-, es necesario flexibilizar paradigmas, entendido como aquellas creencias muy arraigadas que hacen que se insista en los mismos caminos, por más que no obtenga ya los resultados que conocía décadas atrás.

Un aporte de gran valor que hacen las nuevas generaciones del trabajo, especialmente los Centennials (abarca aproximadamente a los nacidos desde 1996 en adelante) y Millennials (vinieron al mundo alrededor de 1980 a 1995) es que no se dejan llevar por etiquetas limitantes en los vínculos, relaciones y preferencias de todo tipo. Es por esto que, cuando conviven con otras generaciones de mayor edad, suelen chocar. Quienes somos mayores necesitamos aprender mucho más de ellos.

3. Integrar lo diverso.

Relacionado con el punto anterior, la integración de lo diverso en los mismos espacios (trabajos, ciudades, países) marca un rasgo de gran influencia en la determinación de las nuevas culturas, de las que se nutren las personas y empresas. Hay tanta diversidad de tribus conviviendo y generando pulsos hacedores de transformaciones, que necesitamos aprender a convivir, respetar e integrarnos.

Una forma de hacerlo es tomar algunos elementos en común, tender puentes entre ellos, potenciarlos, mezclarlos y crear nuevos significados y experiencias de valor con las que se identifiquen estos públicos diversos. Luego, trabajar el desapego, ya que inevitablemente esto que se ha logrado también se va a transformar pronto, puesto que son ciclos de evolución inevitables.

Como ejemplo, en mi trabajo como coach de equipos en desarrollo organizacional, diseño y facilito metodologías y encuadres que consideran esta diversidad en toda su extensión y amplitud, abarcando desde el cuidado de los códigos de lenguaje, el respeto por las disonancias o discordancias ideológicas y filosóficas y la puesta en común cuando aparecen diferencias que parecerían insalvables. Ese es mi rol profesional en estos casos, además de ayudar a que “las cosas sucedan” en término de objetivos claros, concretos, precisos, tangibles. El proceso es integrativo.

4. Unir los puntos.

Cuando Steve Jobs pronunció su célebre discurso en la Universidad de Stanford, https://www.youtube.com/watch?v=HHkJEz_HdTg desarrolló el concepto de “unir los puntos”, sumamente valioso para entender lo que es tener amplitud mental.

El fundador de Apple narró allí aspectos salientes de su vida. Entre ellos, contó que sus padres adoptivos anhelaban que su hijo fuese a la universidad. Y así lo hizo Steve, quien abandonó la carrera inicial en Reed a los seis meses porque no le encontraba sentido para su vida, pese a estar gastando todos los ahorros que sus progenitores habían hecho con muchísimo esfuerzo para enviarlo a estudiar en un centro muy prestigioso. Para no desalentarlos dormía en el piso de la habitación de sus amigos, y descubrió un perdido curso de caligrafía que le cambió la vida para siempre. Pero ese momento no lo sabía. Lo supo diez años después, cuando creó Macintosh, el primer ordenador con múltiples tipografías y una gran belleza estética; es lo que hoy conocemos en versiones nuevas como las Mac, que cambiaron para siempre el paradigma de lo que era una computadora.

“Unir los puntos” significa que habrá muchas experiencias personales y en la empresa que no tendrán sentido inmediato; no todo tiene explicación. Hay que asumirlo. En perspectiva, si unes los puntos hacia atrás, en el futuro te darás cuenta de por qué tuviste que vivir aquella experiencia.

“No se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás. Así que deben confiar que de alguna manera los puntos se unirán en el futuro. Deben confiar en algo: sus agallas, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque no me ha traicionado nunca, e hizo toda la diferencia en mi vida”, dijo Steve Jobs.

5. Permitir el error.

A esta altura del mundo las personas se castigan por sus errores al intentar desarrollar sus acciones y proyectos en los que han aplicado su mayor buena intención. Resalto lo de la buena intención, porque, claro, hay otras que lo han hecho totalmente a consciencia del daño que puede provocar alentar porque sí el fracaso. Es como jugar futbol en un equipo y elegir patear siempre en contra.

Lo mismo sucede en las empresas, donde muchas de ellas castigan y sancionan cuando en el proceso de evolución y de innovación, un colaborador comete un error o fracasa.

En disciplinas como la ciencia o el deporte de elite -lo sé porque trabajo con figuras y referentes como su coach de carrera-, se valora el error como parte ineludible del éxito, del logro. De allí que es esencial cambiar este chip que lo único que logra es anular a las personas, o, en el mejor de los casos, que trabajen con terror permanente por el miedo a hacerlo mal.

El ensayo, la prueba y el error necesitan ser revalorizados mientras se siguen procesos de innovación. Para hacerlo, necesitamos aplicar la amplitud mental para no sancionar, sino reconducir la energía creativa hacia una experiencia de lecciones aprendidas que no sólo nutran a las personas, sino a todo el conjunto.

Son muy pocas las empresas que tienen sistematizado un programa de aprendizaje del error; es algo que invito a desarrollar, ya que aporta beneficios concretos en el desarrollo interno de gestión del conocimiento.

Con estos lineamientos, tanto en lo individual como en las empresas, se podrá aplicar en concreto una mayor amplitud mental. Desde esa perspectiva, el horizonte de crecimiento es infinito.

 

Daniel Colombo 

Facilitador y Máster Coach especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales y equipos de trabajo; comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 28 libros.

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